Tanto paisajes marinos, como serranos, inmensas pampas y eternas lejanías, nos seducen con la calidez y serenidad de sus paletas que ponderan la luz como protagonista de la obra. Ante la presencia de los motivos florales, la gestualidad de la línea expresiva en sus pinceladas, impone una vigorosa figura de saturados rojos o amarillos que representan sus matices predilectos a la hora de aplicar el color. El lirismo de su propuesta, no solo constituye una identidad de nuestros paisajes regionales, sino que hacen visible el imaginario público de Tandil y sus metafísicos espacios.
Más que un destino diplomático turístico estos paisajes evocan escenarios de insistente motivo literario, obsesión personal o premonición poética, donde los cielos adquieren un predominio dominante y exultante en la totalidad de la tela. Amaneceres, atardeceres, y nostálgicos recuerdos de sus viajes por el mundo, nos invitan a apropiarnos de esos ámbitos haciendo visible lo virtualmente desconocido para quienes no habitan esos terruños.
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