A través del libro como objeto la artista emprende una tarea de traductora del pasado al presente con plegados, textos impresos y de hilos. Con estos elementos el discurso de su obra se apoya en la psicología positivista, fundada entre otros por Martín Seligman quienes consideran que la felicidad auténtica es el fruto de la suma de
lo que son las actividades y emociones positivas.
Mónica Fierro nos aloja en un mundo en el que hay que detenerse, sin estridencias donde historias sin mácula dejan transcurrir el tiempo.
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